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Románico en La Cerdaña

La Cerdanya era el altiplano situado en el Pirineo donde residia el pueblo ceretano que sería sometido por el poder romano, no sin oponer resistencia, aproximadamente hacia el año 200 a.C., estableciéndo en Iulia Lybica (actual Llivia) la capital de la región.
Durante siglos, La Cerdanya constituyó un enclave estratégico de vital importancia ya que por ella y paralela al río Segre, discurría la llamada Strata Ceretana, principal vía de comunicación entre la fértil Plana de Lleida y los territorios del Rosellón francés.

Ya en la Alta Edad Media, fue precisamente a través de dicha Stata Ceretana por donde primero bárbaros y después sarracenos invadieron el territorio de La Cerdanya, siendo estos últimos expulsados por los carolingios en el siglo VIII, constituyéndose entonces junto al L'Urgell una única entidad dentro del complejo entramado de los Condados Catalanes.

En lo eclesiástico, La Cerdanya quedó desde su constitución bajo jurisdicción de la Diócesis de Urgell, cuya mitra promovería la erección de la mayoría de iglesias parroquiales fundadas en sus pequeñas localidades, las cuales, serían posteriormente donadas para su administración a distintos monasterios cercanos; principalmente Cuixà, Canigó, Sant Pere de Rodes o Tavèrnoles.

Santa María de Talló

Dentro del término municipal de Bellver, principal localidad de la Cerdanya ilerdense, el primero monasterio y después iglesia de Santa María de Talló, debido a sus considerables dimensiones, ha sido rebautizada popularmente con el sobrenombre de "la catedral de La Cerdanya".

Sant Andreu de Baltarga

Perteneciente también a Bellver, la pequeña iglesia de Sant Andreu de Baltarga remonta su consagración al siglo X por obra del obispo urgelitano Ingolbert, siendo posteriormente objeto de numerosas pugnas por su dominio entre el Monasterio de Cuixà y los Condes de Cerdanya.

Sant Julià de Pedra

Muy cerca de Bellver y coronando el cerro sobre el que se asienta el minúsculo caserío, la iglesia de Sant Julià de Pedra es un pequeño edificio de una sola nave que, tras un brevísimo crucero, abre a un ábside semicircular cubierto en cuarto de esfera.

Santa Eugenia de Nerellá

Un templo que conserva una magnífica torre campanario de estilo lombardo con la particularidad de encontrarse notoriamente inclinada respecto a su eje lógico, motivo por el cual se la conoce popularmente como "la Torre de Pisa catalana"

Santa María d'All

La iglesia de Santa María d'All, perteneciente al municipio de Isòvol, aparece referenciada por primera vez a finales del siglo X en el acta de consagración de la catedral de la Seu d'Urgell. Desde ese momento y casi sin solución de continuidad, irían sucediéndose las reformas y ampliaciones, siendo una de las más importantes la que mediante un documento del siglo XIII, confirma a Guillem I, Conde de Cerdanya, como impulsor de la obra.

Sant Pere d'Olopte

Muy próxima a Santa María d'All e igualmente referenciada en el acta de consagración de la seo urgelitana, la parroquia de Sant Pere d'Olopte se emplaza sobre una pronunciada elevación desde la que es posible dominar amplísimas panorámicas.

Sant Esteve de Guils

En el centro de la preciosa localidad de Guils de Cerdanya, la iglesia de Sant Esteve constituye uno de los más sobresalientes y mejor conservados monumentos románicos de la Baixa Cerdanya. Mencionada como tantas otras de la comarca en el acta de consagración de la Catedral de Urgell, fue precisamente uno de sus obispos, concretamente Guillem Guifré, quien en el año 1042 consagraría el templo, íntimamente relacionado durante la Edad Media con la gran abadía de Canigó.

Santa Eugenia de La Saga

A escasos kilómetros de Ger, de cuyo término municipal forma parte, la pequeña iglesia de Santa Eugenia de La Saga aparece documentada como posesión del Monasterio de Cuixà desde la temprana fecha de 958, dependencia confirmada en 1011 mediante una bula papal dictada por el pontífice Sergio IV.

Santa Cecilia de Bolvir

Enclavada en el punto más elevado de la pintoresca localidad de Bolvir, la iglesia parroquial de Santa Cecilia aparece referenciada por primera vez en el año 953 dentro de la amplia nómina de posesiones del no lejano monasterio de San Miquel de Cuixà.